Aldo Storey es un pintor que pinta el recuerdo. Expresa en el canvas el proceso de la impresión atrapada en su mente de una ciudad ya ida, una ciudad que se pierde de vista gradualmente debido a todo lo nuevo que va imperando en sus rincones, alienando sus espacios y dejando atrás el romanticismo de las ciudades del ayer. El Artista conserva en su memoria una ciudad alegre, bulliciosa, ajena al dolor, a la tragedia humana. Nos la muestra desenvolviéndose a espaldas de lo que llamamos progreso y ofrece la posibilidad a sus habitantes de compartir una vida llena de alegría y esperanza.
Aldo Storey transmite la exaltación y espontaneidad del niño en su arte. Pinta sin prejuicios, sin tradición, sin reglas ni doctrinas. Su trabajo artístico no pasa desapercibido porque su presencia es impactante. La armonía del color está siempre presente en su paisaje civilizado, evocando al Maracaibo de las viviendas de los techos rojos ya casi inexistente. Storey pinta casas y edificios de una manera plana, sin volumen, presentando las características de un rompecabezas. Utiliza formas de color sólido llenando los espacios, delimitándolo e impidiendo que traspase la barrera de la impresión cromática vecina, reafirmando así la realidad física bidimensional de la superficie pictórica.
Utiliza líneas rectas como infraestructura para sustentar estas edificaciones y en el conjunto de color y de construcción de las formas, surge la ilusión de formas tridimensionales.